3 - Las profecías
Visiones
silenciosas de un futuro olvidado
Prácticamente
todas las tradiciones del mundo que cuentan con siglos de antigüedad nos
recuerdan que nuestra época no es un momento ordinario en la historia de la
humanidad sobre la Tierra. Los que vivieron antes que nosotros nos legaron sus
mensajes proféticos cifrados en sus textos sagrados, tradiciones orales y en
los sistemas de cronometría. Sus mensajes, escritos para unas personas de las
que sólo podían conocer su existencia en sueños, mantienen vivo el recuerdo de
visiones, que en algunos casos preceden a los primeros momentos de nuestra
historia escrita.
Con
el tiempo, los temas de sus visiones se han incorporado a una gran variedad de
tradiciones religiosas y prácticas espirituales. Por dispares que puedan
parecer, las huellas de las similitudes en dichas tradiciones nos ofrecen
claves para descifrar el sentido que esas palabras sacras tienen hoy para
nosotros. Sólo recientemente, con la ayuda de los ordenadores y otras ciencias
del siglo XX, se han podido confirmar y autentificar las referencias de las
antiguas visiones respecto a un tiempo futuro.
LOS
GUARDIANES DEL TIEMPO: LOS MISTERIOSOS MAYAS
A
medida que nos acercamos a los albores del siglo XXI, uno de los misterios de
nuestro pasado, el de los maya, todavía está por resol ver. Casi con la misma
rapidez que hizo su aparición en las remotas áreas de la península del Yucatán,
hace aproximadamente 1.500 años, estos arquitectos de templos masivos y
observatorios celestiales de pronto se esfumaron alrededor del 830. Además de
sus inmensas plazas y torres de piedra desperdigadas, nos dejaron pistas de su
pasado, y quizá de nuestro futuro, en sus inigualables cálculos del tiempo.
El
calendario de los mayas puede que sea uno de los sistemas más antiguos y
sofisticados de medir el tiempo conocidos por la humanidad. Hasta la llegada de
nuestros relojes atómicos, basados en la vibración del átomo de cesio, el
calendario maya rivalizaba en precisión con cualquier otro sistema de medir el
tiempo conocido hasta el siglo XX. Hasta la fecha, los descendientes de los
antiguos mayas calculan el tiempo y determinan la fecha correcta mediante un
sistema que, según los expertos, «no se ha saltado ni un día en, más de
veinticinco siglos». Al reconocer la naturaleza como ciclos recurrentes de
acontecimientos, el calendario maya refleja que ese' pueblo entiende el tiempo
como un sistema de períodos que se entremezclan.
En
el sistema de medición del tiempo maya era esencial un cálculo de 260 días
denominado tzolkin o «calendario sagrado».
Común a otras tradiciones mesoamericanas, el tzolkin se crea como una
interconexión entre veinte días designados y un cálculo basado en el número
trece (es decir, 20 meses de trece días). Los mayas, sin embargo, llevaron su
cronometría aún más lejos. Entremezclado con un calendario de 365 días
denominado «año vago», progresaban los dos ciclos de tiempo como los engranajes
de dos ruedas, hasta que se producía la extraña concurrencia de que un día del
calendario sagrado coincidía con el del calendario vago. Eso marcaba el fin de
un ciclo de 52 años; ese día, que era muy celebrado, definía un período de
tiempo aún más extenso. El «gran ciclo» de los 5.200 años anteriores era medido
como 100 ciclos de 52 años. Según estos cálculos y las tradiciones de los
propios sacerdotes del calendario maya, nuestro último gran ciclo empieza en
los tiempos bíblicos de Moisés, en el 3114 a.C., y termina en
el 2012.
Las
visiones mayas sobre nuestro futuro están íntimamente relacionadas con su
sistema de medir el tiempo. Los antiguos profetas sugieren que los ciclos del
tiempo tienen características únicas que se basan en una «gran ola» que viaja
periódicamente por el cosmos. Mientras la ola se riza durante la creación, su movimiento
sincroniza la vida y las fuerzas de la naturaleza en ciclos. El final de
nuestro ciclo actual se considera especialmente significativo tanto para la
Tierra como para la humanidad.
El
doctor José Argüelles,
reconocido experto en la cosmología maya, sugiere que el actual sub-ciclo de
veinte años, que empezó en 1992, marca,
«El
surgimiento de tecnologías no materialistas y ecológicamente armónicas...
apoyadas por una nueva sociedad mediática de información descentralizada...».2
Los
mayas ancianos de nuestros días creen que el cierre de este gran ciclo
milenario tendrá lugar en nuestra generación, en el año 2012, lo cual ya se
había predicho hace tres mil años. Ven, este momento único como la culminación
de un ciclo y el nacimiento de una época de cambios extraordinarios. El doctor Argüelles,
al hacer referencia a atributos específicos asignados a los ciclos, evoca las
creencias mayas cuando sugiere que, con la convergencia de los ciclos mayas, se
cumplirá nuestro propósito de «reunir toda la mente de la Tierra... y sellarla
con una armonía de simiente estelar».'
De
modo similar, las tradiciones aztecas del centro de México siguen los grandes
períodos de la historia de la Tierra con sus ciclos denominados «soles». Su
historia les habla de una época del primer Sol, denominada Nahui Ocelotl,
cuando nuestro mundo estaba habitado por gigantes que vivían sobre la tierra.
Si evocamos las referencias bíblicas a un mundo similar, nos encontramos con
que el pre-niceano Libro de Enoc describe los días en que,
«Las
mujeres que concebían sólo parían gigantes, cuya estatura era de 300 codos
[unos 150 metros]. Estos devoraban todo lo que producía el trabajo de los
hombres hasta que fue imposible alimentarlos...».4
Este
período concluyó cuando el reino animal conquistó al reino humano.
El
segundo Sol o siguiente gran ciclo, denominado Nahui Ehecatl, tiene lugar
cuando los seres humanos empezaron a cultivar y a cruzar las plantas. Este
período culminó con un gran viento que barrió la superficie de la Tierra,
arrasando todo lo que encontró a su paso.
Durante
el tercer Sol, Nahui Quiauhuitl, los pobladores de la Tierra
construyeron grandes templos y ciudades. Se dice que grandes grietas y una
«lluvia de fuego» puso fin a este ciclo. En los registros geológicos podemos
ver que, de hecho, hubo un tiempo en que partes de la Tierra estuvieron
cubiertas de fuego. Se cree que fue debido a la colisión de un objeto,
posiblemente un asteroide, hace casi 65 millones de años. El final del cuarto
Sol, con hielo e inundaciones, también se ha confirmado geológicamente, así
como en las tradiciones orales y escritas de todo el mundo. El calendario
azteca indica que hoy estamos viviendo los últimos días del quinto Sol. El
fin de ese quinto mundo se predice que tendrá lugar en nuestra generación,
coincidirá con el último ciclo maya y dará lugar al próximo gran ciclo, el nacimiento
del sexto Sol.
Con
el pasado como plantilla, muchas antiguas tradiciones describen los días del
cambio como tiempos de tribulaciones y purificación. En esos tiempos se nos
invita a que contemplemos los inusuales y, en algunos casos destructivos,
despliegues de la naturaleza como una oportunidad para fortalecernos y
prepararnos para cambios aún mayores que tendrán lugar en el mundo. Los temas
comunes a todas las profecías sobre esta época de la historia incluyen
fenómenos climáticos anormales y la pérdida de la costa debido al aumento del
nivel del mar, hambrunas, sequías, terremotos, y la destrucción de las
infraestructuras en todo el mundo.
Los
profetas del siglo XX, como Edgar Cayce, han previsto cambios masivos en
nuestro planeta, que se supone que reestructurarán la geografía de Norteamérica
desde finales de los noventa hasta el siglo XXI. Esto incluye visiones de un
gran mar interior, que conectará el Golfo de México con los Grandes Lagos, y la
inmersión de gran parte de las costas orientales y occidentales. Las
descripciones gráficas que se han hecho de nuestro futuro, a veces de cientos o
de miles de años de antigüedad, han establecido un nuevo criterio para las
posibilidades de la tecnología interior y la profecía.
¿Cómo
pudieron nuestros antepasados haber vislumbrado lo que todavía ha de suceder en
nuestro tiempo? Quizá lo que es aún más importante: ¿hasta qué punto son
exactas sus visiones sobre nuestro futuro?
VISIÓN
REMOTA: PROFETAS DEL SIGLO XX
La
palabra profeta invoca imágenes de antiguos videntes envueltos en hábitos con
capucha, que soñaban despiertos con una época que todavía había de llegar. Sin
embargo, la ciencia de la profecía se ha conservado hasta nuestros días como
una respetable profesión envuelta en el misterio de un nuevo nombre.
Según
una investigación realizada en el prestigioso Stanford Research Institute (SRI)
a principios de los setenta,' la facultad de ver acontecimientos lejanos ha
pasado a denominarse visión remota. Aunque las características de la visión
remota pueden variar entre las personas, el procedimiento general es similar
para todas. Con frecuencia empieza con un suave estado de relajación con los
ojos cerrados; el receptor trabaja con impresiones sensoriales respecto a
acontecimientos que puedan estar sucediendo en cualquier lugar de nuestro
planeta, en la habitación contigua o en un puesto fronterizo de un desierto que
se encuentre en la otra punta del mundo.
El
vidente, adiestrado para distinguir los múltiples tipos de sensaciones, asigna
identificadores a la experiencia y va refinando las impresiones hasta grados
cada vez más detallados. Sonidos, olores, sabores y sensaciones, así como
imágenes, pueden presentarse en este viaje. El entrenamiento para enseñar a los
videntes remotos a aceptar y grabar esas impresiones con imparcialidad
constituye la habilidad que los diferencia de los soñadores fortuitos. Con las
ventajas obvias que esta técnica ofrece a los servicios secretos y de
inteligencia, estas facultades suponen todo un nuevo campo de recopilación de información
con menos riesgos.
La
visión remota desempeña ahora un papel viable en la seguridad y la defensa de
las naciones en el mundo libre. En 1991, por ejemplo, a los videntes remotos
que trabajaban bajo los auspicios de la Science Applications International
Corporation (SAIC) se pidió que redujeran el área de búsqueda para
un tipo específico d misil en el oeste de Irak.6
Confinar
la búsqueda a regiones específicas del desierto iraquí tenía el potencial de
ahorrar tiempo, combustible, dinero y salvar vidas. La visión remota, o la
habilidad de una persona de proyectar la conciencia de un lugar a otro, se ha
convertido en un tema de estudio riguroso. Irónicamente, sólo ha sido ahora, en
los últimos años del segundo milenio, cuando la ciencia moderna ha confirmado
los principios de esta tecnología interna, que ya conocían los profetas de hace
2.500 años.
Para
muchas personas, su primer contacto con la ciencia de videncia a distancia de
acontecimientos en tiempo real, ha sido través de los invitados de los programas
de radio nocturnos. Para de la llegada del siguiente milenio, una serie de
expertos en e campo de la futurología y las visiones remotas han reivindicad
haberse adentrado en el mundo de una Tierra postmilenio, aun que, a veces, con
resultados inquietantes, lo cual no es de extrañar, Al igual que otras
descripciones de profecías para el milenio, lo viajes remotos hacia nuestro
futuro generalmente se encuentran e dos categorías de experiencias. Algunos
videntes han descubierto que no pueden ver más allá del año 2012, el
familiar año del calendario maya que marca el cierre de nuestro gran ciclo.
En
el año 2012, los viajeros del tiempo dijeron haber visto una
Tic muy diferente. Desde su actual punto de ventaja, el mundo parecí haber
sufrido algún cataclismo. No veían edificios, signos de comercio o normalidad
según nuestros patrones actuales. Lo evidentes del año 2012 puede que se
hayan visto en presencia de un resultado descrito ya por otros videntes y
profetas, la destrucción debida a una guerra, de gran parte del mundo, tal como
hoy lo conocemos.
Otros
videntes que han visto nuestro futuro recientemente relatan un escenario
similar, pero añaden que habrá una gran ola de fuego y de calor. Este escenario
nos recuerda las teorías que preveían olas cíclicas de flujo de protones y
plasma que viajan por el cosmos en ciclos de tiempo descomunales, y que
esporádicamente se encuentran con la Tierra a su paso. En cualquiera de los dos
casos, los informes de los videntes remotos describen un futuro que no es nada
prometedor. Aparte de ese tema común para muchas profecías, puede que exista
una alternativa para tales resultados.
NOSTRADAMUS
Durante
más de cuatrocientos años, la palabra profecía ha sido casi sinónimo del nombre
de un gran vidente cuyas visiones se extendieron varios siglos en el futuro.
Nacido el 14 de diciembre de 1502, Michel de Nostredamus, conocido como Nostradamus,
ha sido quizás el profeta más ilustre de los últimos tiempos. Su don de la
videncia le permitió adentrarse en el futuro de nuestros días como testigo de
hechos con extraordinarios detalles y precisión. Cuando estudiaba los antiguos
oráculos, desarrolló sus propias técnicas para navegar en las ondas del tiempo
como observador, y con frecuencia llevó a su tiempo tecnologías del futuro que
había visto en sus visiones.
Al
final, Nostradamus se hizo médico e incorporó muchas de las ideas de sus
profecías en su práctica. Sus técnicas, que hoy en día parecen de sentido
común, fueron revolucionarias en la Europa del siglo XVI, durante la época de
la peste negra, entre las que se incluía el uso de plantas medicinales, aire
fresco y agua limpia. Además, recetaba una mezcla de áloe y pétalos de rosa,
muy rica en vitaminas y desconocida en su tiempo.
Una
de las anécdotas más conocidas sobre la facultad de Nostradamus de ver el
futuro es la siguiente: Nostradamus se cruzó inesperadamente con un grupo de
frailes que caminaban por una carretera. Inmediatamente se arrodilló a los pies
de uno de ellos y le besó el hábito. Cuando le preguntaron por qué hacía eso,
sencillamente respondió: «He de inclinarme ante Su Santidad». Pasaron cuarenta
años, diecinueve desde la muerte de Nostradamus, para que el misterioso
acontecimiento de la solitaria carretera cobrara sentido. En 1585, el fraile
cuyos hábitos había besado el profeta se convirtió en el Papa Sixto V
En
lo que quizá sea su obra más conocida, Las centurias, Nostradamus
registró sus visiones del futuro. A su muerte había registrado visiones para
diez siglos, cada una de ellas con cien versos de cuatro líneas, denominadas
cuartetas. Las profecías de Nostradamus, que siempre han sido reeditadas desde
entonces, se extienden hasta el año 3797 y, según las interpretaciones, incluso
más lejos.
Muchas
visiones que prevén acontecimientos sociales, políticos y científicos de
magnitud global, son extraordinariamente exactas. Otras sin fechas específicas,
en el mejor de los casos son nebulosas y sujetas a interpretaciones.
Nostradamus anunció dos guerras mundiales, de las que citó el nombre de Hitler
y describió el símbolo de la svástica, el descubrimiento de la penicilina y de
la energía nuclear, el asesinato de John E Kennedy, el virus del SIDA y el
fracaso del comunismo. Aunque las fechas y los acontecimientos estén sujetos a
interpretaciones, los eruditos sobre Nostradamus están de acuerdo en que el profeta
predijo un cambio catastrófico a escala global, para final del milenio.
Aunque
la fecha precisa de un acontecimiento podía ser calculada por sus lectores a
raíz de frases clave, sólo cuando él sentía que había un hecho en concreto que
era critico daba la fecha del mismo. Por consiguiente, la circunstancia de que
una de estas se produzca en nuestra generación es especialmente interesante. La
centuria X, cuarteta 72, reza:
«En
el año 1999 y siete meses, vendrá del cielo un gran Rey del Terror. Hará revivir
al gran rey de los mongoles. Antes y después, la guerra reinará
afortunadamente».7
Se
pueden hallar más revelaciones sobre esta ominosa cuarteta en la Carta a
Enrique II, verso 87, donde Nostradamus escribe que,
«Esto
será precedido por un eclipse de sol, más oscuro y tenebroso que nunca desde la
creación del mundo, salvo el que tuvo lugar tras la pasión y muerte de
Jesucristo».
El
11 de agosto de 1999 tuvo lugar un eclipse solar que pudo verse desde muchos
países del continente europeo.
Las
visiones de Nostradamus también prevén cataclismos en la Tierra que producirán
cambios, semejantes a las profecías que hallamos en las tradiciones de los
amerindios y en la Biblia. En el verso 88 de la Carta a Enrique II hay detalles
hasta el mes específico.
«Habrá
presagios en primavera y cambios extraordinarios a partir de entonces, cambios
en las naciones y grandes terremotos... Y en el mes de octubre se producirá un
gran movimiento del globo, y será de tal magnitud que la gente pensará que la
Tierra ha perdido su movimiento natural de gravitación y que será sumida en un
abismo de oscuridad eterna. »
Nostradamus
proyectó su visión todavía más lejos y vio una época mucho más feliz, tras los
días de oscuridad sobre la Tierra. En un pasaje de la Centuria II, cuarteta 12,
los eruditos interpretan la visión de Nostradamus como una descripción de un
tiempo de renovación espiritual:
«El
cuerpo sin un alma ya no es sacrificado. El día de la muerte se convierte en un
renacimiento».
En
la Centuria III se describe más a fondo esta época de nuestro futuro en la
cuarteta II:
«La
divina palabra dará la sustancia que contendrá al Cielo y la Tierra... Cuerpo,
alma y espíritu serán omnipotentes. Todo está bajo sus pies, como en el trono
del cielo».
Indiscutiblemente,
poco científicas y abiertas a muchas interpretaciones, estas visiones del siglo
XVI sobre nuestro futuro comparten cosas con las de otros profetas, tanto
antiguos como más recientes.
EDGAR
CAYCE
Edgar Cayce es el hombre que se ha llegado a conocer como el
«profeta dormido» del siglo XX. Nacido en el mes de marzo de 1877, la educación
formal de Cayce terminó cuando completó el noveno curso. Aunque de niño ya dio
muestras de tener experiencias paranormales, no desarrolló sus dones de
clarividencia y sanación a gran escala hasta que fue adulto.
Cayce,
que limitaba las sesiones de sanación a dos al día, a menudo viajaba por el
pasado de sus pacientes para comprender su condición actual. Aunque no
recordaba los contenidos de sus lecturas cuando despertaba de su estado de
trance en que las realizaba, su secretaria, Gladys Davis, siempre estaba
presente para tomar notas de las sesiones. Mediante cientos de esos informes,
sistemáticamente catalogados para su estudio en la Association for
Research and Enlightment (ARE) [Asociación para la Investigación
y la Iluminación], Cayce ofreció breves revelaciones sobre los misterios de
nuestro olvidado pasado, así como de nuestro futuro milenario.
La
primera curación de Edgar Cayce tuvo lugar cuando tenía 24 años y fue
una que se realizó a sí mismo. Con la ayuda de un hipnotizador, este le pidió a
Cayce que se centrara en su persistente dolor de garganta mientras estaba en un
relajado estado de con ciencia alterada. Para sorpresa de los presentes, en su
«estado de sueño» Cayce empezó a hablar, dirigiendo al hipnotizador para que le
diera sugerencias a su cuerpo inconsciente. Respondió inmediatamente a las instrucciones
de redirigir el flujo sanguíneo hacia la parte superior de su cuerpo, su
problema de garganta se solucionó y Edgar Cayce inició lo que acabó
convirtiéndose en un servicio de por vida, que fue realizar lecturas similares
para los demás.
La
precisión de sus lecturas está bien documentada. Predijo el hundimiento de la
bolsa en el mes de octubre de 1929, en sus lecturas #137-117:
«Con
toda certeza se producirá un hundimiento que hará cundir el pánico en los
centros monetarios, no sólo en la actividad de Wall Street sino que supondrá el
cierre de muchos centros... »8
Cayce
vio lo que posteriormente se denominaría la Segunda Guerra Mundial, años antes
de que sucediera.
En
su visión futura sobre el conflicto (lectura #416-417), afirmó que los países empezarían
a tomar partido como,
«Demostraron
los austriacos, alemanes y posteriormente los japoneses al unir sus
fuerzas...».
Su
descripción continúa con la afirmación de que, a menos que hubiera la
intervención de una fuerza, que él describió como sobrenatural,
«Los
asuntos de las naciones y de los pueblos, del mundo entero, por así decirlo,
arderían en las llamas provocadas por los militares y por los que ansían el
poder y la expansión... ».
Cayce,
en lo que sería una de las más conocidas y a la vez confusas profecías, sugirió
que los últimos años del siglo XX y los primeros del siglo XXI serían una época
de cambios sin precedentes sobre la Tierra. Al igual que los videntes del
pasado, vio cambios globales que podían clasificarse en dos categorías: un
futuro que vendría por un cambio gradual, y una época de tumultuosos cambios
que, en el mejor de los casos, se pueden describir como catastróficos.
Curiosamente, los dos tipos de profecía tienen lugar para el mismo periodo de
tiempo.
En
la lectura #826-828, de agosto de 1936, se le pregunta a Cayce sobre cambios
que ve para los años concretos de finales de milenio y comienzos del 2001.
Lejos de la vaguedad de muchas de estas profecías, su respuesta es una
afirmación directa de un movimiento tangible de cambio sobre la Tierra.
«Hay
el cambio del polo. O empieza un nuevo ciclo ...»11
Las
fluctuaciones de los polos magnéticos de más de cinco grados en los últimos
cuarenta años, unidas al rápido descenso de la intensidad magnética que ha
precedido a estas inversiones polares en la historia de la Tierra, han renovado
el respeto por esas visiones.
En
una serie de lecturas que culminaron en 1934, Cayce describió cambios
geográficos y geofísicos que vio que comenzarían en un período de cuarenta
años, entre 1958 y 1998.12 Una clave para interpretar estos indicadores es que
fueron profetizados como que han de empezar, no necesariamente como que
suceden, alrededor de 1998. Estos cambios es muy previsible que se alarguen
hasta el siglo próximo.
Mark
Thurston, un experto en las enseñanzas y filosofía de Edgar
Cayce, resume sus descripciones como sigue:
1.
Se producirá una ruptura de la masa terrestre en la
porción occidental de América.
2. La
mayor parte del Japón quedará sumergida bajo las aguas.
3. Habrá
algunos cambios en las partes del norte de Europa que sucederán tan rápido que
se podrá decir que ha sido en «un abrir y cerrar de ojos».
4. Surgirán
tierras del océano Atlántico frente a las costas de América.
5. Grandes
solevantamientos azotarán el Ártico y la Antártica.
6. Los
volcanes entrarán en erupción, especialmente en los trópicos.
7. Un
cambio en los polos alterará las condiciones climáticas. Por ejemplo, ciertas
áreas frías y semi-tropicales se volverán tropicales.
Tal
como indica Thurston, varios de estos cambios parecen estar directamente
conectados con un cambio en los polos magnéticos. Aunque todavía se ha de
producir un cambio completo, cada vez hay más científicos e investigadores que
creen que los cambios recientes en los campos magnéticos de la Tierra son
justamente los precursores de dicho acontecimiento. 13
Aunque
entre las primeras predicciones de Cayce hay una serie de profecías sobre el
milenio que parecen ser catastróficas, lecturas posteriores sugieren un cambio
interesante, aunque sutil. En una lectura de 1939, la visión de Cayce del final
de siglo describe cambios graduales, en vez de los cambios repentinos
anteriormente citados. Cayce afirma que «en 1998 veremos una gran actividad
creada por los cambios graduales que se están produciendo». 14 Continúa
hablando sobre el cambio de milenio, y afirma que «en lo que a los cambios se
refiere, el cambio entre la era de Piscis a la era de Acuario es gradual, sin
cataclismos»''
Al
ofrecer dos visiones distintas sobre el cambio de siglo, Cayce puede que
hubiera aportado una nueva revelación sobre el valor de la profecía en nuestras
vidas actuales. Puesto que sus lecturas de catástrofes, así como la de cambios
graduales, comprendían sólo unos cuantos años en vez de siglos, ¿qué cambio en
nuestro futuro puede sugerir esa diferencia en sus lecturas?
Es
indiferente qué visiones sobre nuestro futuro consideremos, pues la mayoría se
escapan de las mediciones exactas del tiempo parecen representar momentos de
posibilidad, más que una cita concreta con un resultado preciso. Con sus
propias palabras, el «profeta dormido» ofrece una clave para la ciencia de la
profecía, recordándonos que nosotros influimos en el resultado de la historia
mediante el rumbo que toman nuestras vidas en el presente.
En
la lectura #311-310,'6 Cayce sugiere que nuestra respuesta a los retos de
nuestra vida puede determinar, al menos en parte, el grado en que experimentemos
los cambios que él predijo.
«Puede
depender en gran medida de lo relacionado con la metafísica... Existen las
condiciones que en la actividad de las personas, de acuerdo con su pensamiento
y empeño, a menudo mantienen intactas muchas ciudades y tierras con su aplicación
de las leyes espirituales»
PROFECÍAS
SOBRE LOS AMERINDIOS
Los
pueblos nativos del norte y del sur de América creen firmemente que los
acontecimientos actuales evocan las profecías de sus antepasados. Muchas
visiones de un mundo que ha de venir han sido mantenidas en secreto por
distintas tribus para salvaguardar la integridad de las revelaciones de sus
antepasados. Al sentir que el cambio de milenio representa el día descrito en
las profecías tribales, sus directrices para este momento en la historia se
comparten ahora abiertamente. La creencia es que personas de todas clases y de
todas las naciones se beneficiarán de las revelaciones que nos legaron hace
mucho tiempo.
Salvo
las diferencias específicas entre las tradiciones de las familias y de las
tribus, hay hilos comunes que unen muchas de las profecías de las Américas
tribales en una visión unificada de nuestro futuro.
Los indios hopi del sudoeste de América del Norte ofrecen algunas
de las visiones más concisas sobre el futuro en sus profecías del nacimiento de
un nuevo Sol. Al igual que las tradiciones de los maya, de los aztecas y de
otros pueblos indígenas anteriores que se encuentran por toda América, los hopi
creen que ha habido grandes ciclos de experiencia humana antes de nuestro
tiempo.
Cada
uno de ellos terminaba en un período de destrucción, de los cuales el más
reciente era el de la Gran Inundación. Estamos en los últimos días del fin de
uno de esos ciclos, dicen ellos, y nos estamos preparando para entrar en los
días del quinto Sol. Antes del fin de nuestro ciclo, las profecías hopi
describen un período de declive seguido de una etapa de transición hacia el
próximo ciclo. Desde su perspectiva, el tiempo de declive es un tiempo de
grandes cambios, a menudo denominado «tiempo de purificación». Al creer que la
Tierra y nuestros cuerpos son uno, los hopi ven el estado de la Tierra como un
«mecanismo de interacción», como una especie de barómetro, que nos recuerda
cuándo hemos tomado decisiones que afirman o niegan la vida en nuestro mundo.
Una
de las primeras visiones hopi que se divulgó fue la que habla de los tres
signos que denotan un calendario para el Gran Cambio. El primer signo
era la aparición de la Luna «sobre la tierra, así como en el cielo». El
cumplimiento de esta parte de la profecía supuso un misterio hasta 1993, cuando
empezaron a aparecer las imágenes lunares circulares en los campos de cereales
de la campiña inglesa. Las inconfundibles imágenes de luna creciente fueron
interpretadas por los ancianos hopi como la primera parte de su profecía.
El
segundo signo fue la aparición de la «estrella azul», símbolo que es
habitual en el folclore y en los mitos de muchas tradiciones hopi. Algunos
ancianos hopi vieron en 1994 el impacto del cometa Shoemaker-Levy contra Júpiter
como una señal de la segunda profecía. Los investigadores no comprendían cómo
podían creer que el impacto de un cometa roto significaba el cumplimiento de la
segunda profecía. La respuesta llegó cuando se vieron las imágenes
espectrográficas del planeta gigante tras las colisiones: Júpiter brillaba emanando
un curioso tono azul, ¡Que sólo podía verse con sofisticados instrumentos de
imagen!
Quizás
el signo más místico de las profecías hopi sea el tercero y último. Usadas con
profusión en las danzas, tejidos y en la arena, las pinturas de los hopi son
curiosas imágenes humanoides que a menudo adornan sus viviendas y sitios
ceremoniales. Con extraños trajes y rostros de otro mundo, estas
representaciones de los antepasados de los hopi, las gentes del cielo, se
denominan kachinas. La tercera parte de la profecía afirma que la época
del tercer gran cambio ocurre cuando regresan los kachinas de las estrellas
y vuelven a bailar sobre las mesas de las plazas de sus pueblos. Que yo sepa
cuando escribí este libro, este tercer signo todavía no se había producido.
PROFECÍAS
BÍBLICAS
Tal
como se ha mencionado en el segundo capítulo de este libro, una serie de libros
relacionados con nuestra Biblia moderna fueron considerados inapropiados para
ser aceptados oficialmente por la Iglesia Católica del siglo IV. Relegados a la
oscuridad de las criptas y a las bibliotecas privadas, uno de los libros
antiguos más fascinantes y quizás el más místico sea el del profeta Enoc. Con
elocuentes descripciones de la creación, el linaje humano e información
astronómica, tan detalladas que sólo podían ser autentificadas con la
tecnología del siglo XX, este antiguo texto se conoce como el Libro de los
secretos de Enoc.
Encontramos
referencias directas a este extraño texto en la obra del teólogo del siglo II,
Tertuliano. En cartas recientemente recuperadas, nos explica que la «Escritura
de Enoc» no es tratada del mismo modo que el resto de las escrituras porque no
está incluida en el canon hebreo." Estas referencias confirman que el
Libro de Enoc era considerado como una obra apta por los eruditos antes de las
revisiones del Concilio de Necea en el siglo IV.
Las
profecías de Enoc guardan una considerable semejanza con las de los
profetas bíblicos posteriores a él, como Isaías, y posteriormente Juan en el
Apocalipsis. Enoc describe con tremendo detalle su viaje profético hacia el
futuro a su hijo Matusalén, que anota la experiencia de su padre para las
generaciones siguientes. Enoc, en un manuscrito descubierto en la biblioteca
Bodleian en 1773, comparte su visión de los cambios climáticos y celestes que
predijo para finales de nuestro siglo. Matusalén, identificado como el «séptimo
hijo después de Adán», habla de las experiencias proféticas de su padre de un
modo muy distinto a como lo hacía el, «profeta dormido» Edgar Cayce, cuando
dice que Enoc «hablaba con los ojos abiertos, mientras tenía una visión sagrada
en los cielos». 18
Tras
sus grandes visiones sobre nuestro futuro, Enoc afirmó,
«haber
oído todas las cosas, y comprendido lo que había visto; - aquello no tendría
lugar en su generación, sino en una generación que había de llegar en una época
muy lejana, a causa de los elegidos... En esos días... la lluvia escaseará...,
los frutos de la tierra se retrasarán y no florecerán en su estación; y en su
estación los frutos de los árboles serán retenidos...; el cielo permanecerá
inmutable. La Luna cambiará sus leyes y no será vista cuando corresponde...
».19
Justo
después de la tribulación que describe para la Tierra Enoc narra una secuencia
adicional de acontecimientos que encarnan una época de belleza, esperanza y
futuro. En esta secuencia, que se presenta como si se originara en una visión
diferente que hablara de un tiempo distinto, Enoc ve el anterior cielo «partir
y extinguirse», y anuncia que «un nuevo cielo aparecerá». Este antiguo patrón
de adversidades, aparentemente seguido de la redención, se repite en todas las
visiones de Enoc, así como en otras profecías que examinaremos.
Quizá
las revelaciones con más carga emotiva sobre los tiempos futuros puedan
hallarse en la colección de visiones proféticas de los textos bíblicos
modernos. Las profecías de la Biblia, que abarcan desde el destino de
dirigentes específicos y jefes de Estado hasta las visiones globales del fin de
los tiempos, continúan provocando fuertes reacciones en quienes las leen, miles
de años después de que estas tuvieran lugar. Las pistas sobre el poder, así
como la confusión que rodea a tales visiones, que suscitan desde una curiosidad
sin límites hasta un ardiente fervor, podemos hallarlas al revisar las modernas
interpretaciones sobre las mismas hasta llegar a su origen.
No
es extraño descubrir, por ejemplo, que muchas de las profecías a las que hoy
hacemos alusión no fueron escritas hasta algunos años después de que la
profecía original fuera revelada, a veces incluso tras haber transcurrido
cientos de años. Puesto que eran transmitidas oralmente, de generación en
generación, no se sabe Seguro si algunos libros proféticos fueron escritos por
los propios profetas o por otros que usaban su nombre como metáfora en las
historias.
El
Libro de Daniel es uno de estos ejemplos. En la edición de la New
American Bible, de la editorial Saint Joseph, el prólogo a Daniel afirma
que,
«Este
libro lleva este nombre, no por su autor, que en realidad es desconocido, sino
de su héroe, un joven judío llevado de pequeño a Babilonia, donde vivió hasta
el año 538 a. C. ».20
La
introducción prosigue:
«El
libro contiene historias que se originaron en las tradiciones populares y
fueron transmitidas por estas, que narran las pruebas y los triunfos del sabio
Daniel y de sus tres compañeros».
Esta
interpretación contradice directamente la de otros expertos en la Biblia, como John
Walvoord, que afirma,
«Está
claro que el libro dice ser producto de Daniel, pues se hace referencia a él en
primera persona en numerosos pasajes de la segunda mitad del libro... También
se menciona a Daniel en Ezequiel, lo cual sería bastante natural puesto que
eran contemporáneos...».21
Incluso
hoy, casi dos milenios después de la recopilación de los textos, los expertos
todavía han de llegar a un consenso incluso respecto a los aspectos básicos de
algunos de los textos más sagrados. Para añadir más confusión al desciframiento
de las profecías bíblicas, está la cuestión de la precisión de las traducciones
con el paso de los siglos. A diferencia de algunas partes de la Biblia hebrea,
que se sabe que fue copiada letra por letra con total exactitud durante al
menos los últimos mil años,* la Biblia occidental ha sufrido muchos cambios.
Incluso desde la fundación de Estados Unidos, hace menos de trescientos años,
las adaptaciones y traducciones de un idioma a otro han introducido cierto
margen de error.
* El códice
de Leningrado data del año 1008. Desde esa época, los eruditos están de acuerdo
en que los cinco libros del Antiguo Testamento hebreo han permanecido
inalterables
Por
exacta que nuestra recopilación de la historia, la genealogía y la sabiduría
nos pueda parecer en algunos aspectos, no se puede interpretar al pie de la
letra, porque el texto cambia con cada traducción. Con frecuencia,
sencillamente en un idioma no hay palabras que representen exactamente el mismo
concepto y del mismo modo que se expresa en otro. En estos casos, los
traductores hacen todo lo que pueden. Aquí es donde cabe introducir una
aproximación de temas y conceptos en tales traducciones.
La
Biblia occidental, tal como hoy la conocemos, ha sufrido muchos de estos
procesos, incluyendo una traducción del idioma egipcio altamente simbólico, que
a su vez procedía de las lenguas originales aramea y hebrea. Un ejemplo de cómo
la aproximación puede alterar sutilmente una traducción bien intencionada queda
ilustrada en las palabras en arameo de la primera línea de la oración del
Padrenuestro. En inglés esta frase reza como el familiar «Padre nuestro que
estás en los cielos». Sin embargo, en el original arameo, la misma frase sólo
tiene dos palabras: Abwoon d'bwashmaya. No hay palabras en inglés que
puedan expresar con exactitud estas palabras arameas.
Los
traductores han tenido vía libre para crear series de palabras inglesas que se
aproximen al significado original. Una muestra de tales aproximaciones puede
verse en las siguientes posibles traducciones de este ejemplo del Padrenuestro:
«¡Oh,
Otorgador de vida! Padre-Madre del Cosmos»,
«¡Oh,
Tú! El aliento de la vida de todos»,
«Nombre
de los nombres, nuestra pequeña identidad se disuelve en tu interior» y
«Resplandeciente:
Tú brillas en nuestro interior»."
Todas
ellas son traducciones válidas de las palabras originales y cada una expresa un
sentimiento muy distinto para la intención del texto original.
En
este ejemplo, podemos ver que el tema siempre permanece presente, aunque las
palabras cambien. Al igual que cuando hoy fotocopiamos un texto, muchas de las
copias se parecerán al original, aunque hayan perdido claridad. En el último
siglo de historia bíblica, ha habido muchas oportunidades de que se
introdujeran errores que cambiaran el sentido original de los antiguos
profetas. Hoy en día podemos escoger entre una serie de interpretaciones y
traducciones; todas ellas satisfarán una necesidad especial y servirán a un
propósito en concreto para cada lector.
Un
estudiante de la Biblia puede que elija la King James Version, u otras
como la New International Standard Version, The New Living Bible
y la Saint Joseph Edition. Cada versión tiene su origen en la misma
colección de rollos, libros, documentos y manuscritos aceptados por la
Iglesia en el siglo IV.
LA
PROFECÍA PERDIDA
En
las versiones modernas de las profecías bíblicas, vemos una clase especial de
textos visionarios identificados con nombres como «el Final del Tiempo», «los
Días Finales» o «en aquellos días». En su conjunto estas obras se conocen como
las profecías apocalípticas. Aunque con frecuencia se ha considerado que
anunciaban una terrible época de oscuridad y cataclismos en el futuro del planeta,
estas obras, de hecho, puede que estén enseñando a generaciones futuras algo de
una naturaleza totalmente distinta.
En
la actualidad la palabra Apocalipsis evoca en nuestra psique colectiva
profundos sentimientos de tinieblas, desesperación y juicio. La palabra griega apohalypsís
tiene una definición breve y aparentemente inocente. Sencillamente significa
divulgar o revelar. Esto es precisamente lo que nos ofrecieron los antiguos
profetas gracias a sus magistrales revelaciones sobre nuestro futuro. Revelaron
posibles resultados basados en las condiciones de su tiempo y divulgaron sus
descubrimientos a las generaciones futuras.
El
Libro esenio de la revelación [o del apocalipsis] es un ejemplo de uno
de esos libros. Recuperado y traducido del idioma arameo nativo en que fue
escrito, esta versión de la Revelación es tan similar a las versiones
canonizadas posteriores conocidas como la Revelación de Juan [el Apocalipsis]
que los investigadores y expertos sospechan que el manuscrito del mar Muerto
pueda ser la versión original de esta antigua visión de nuestro futuro.
Consideradas
por muchos como las profecías bíblicas más místicas, las visiones del apóstol
Juan también describen algunos de los detalles más gráficos de las
adversidades, como en cualquier otra profecía, antigua o moderna. La
fragmentada naturaleza de la visión de Juan contribuye a lo que ya es en sí
mismo un texto esotérico y profundamente simbólico. Durante la canonización de
la Biblia en el año 325, parece casi como si se hubiera llegado a un compromiso
respecto a algunos de los textos clave. En lugar de descartar por completo los
manuscritos, fueron conservados como versiones editadas, condensándolos en un
formato que se creía que era más asequible para los lectores de la época.
El
viaje, que se convierte en la revelación de Juan para las generaciones futuras,
empieza cuando él pide que le saquen de su tiempo, le lleven al futuro y le
permitan ver lo que posiblemente nos espera y el final de milenio. Juan
describe su visión de caos, muerte, terror y destrucción, de una magnitud sin
precedentes con detalles gráficos. Le pregunta a su guía angélico por qué
suceden estas cosas, y este le responde:
«El
hombre ha creado estos poderes de destrucción. Los ha forjado de su propia
mente. Ha apartado su rostro de los Ángeles [fuerzas] del Padre Celestial y de
la Madre Terrenal y ha fabricado su propia destrucción».
Tras
presenciar estos hechos, el corazón de Juan «se llena de compasión». «¿No hay
esperanza?», pregunta. La voz le responde a Juan, recordándole las grandes
posibilidades para el presente y para las generaciones futuras:
«Siempre
hay esperanza, para ti y para quienes fueron creados el cielo y la tierra... ».
De
pronto, la visión de muerte y destrucción se disuelve y aparece otro escenario,
una segunda posibilidad. En lugar de un final para lo que toda la humanidad ha
llegado a conocer y amar, esta nueva posibilidad ilustra un resultado de una
naturaleza muy distinta.
«Pero
no vi lo que les acontecía, mi visión cambió y vi un cielo y una tierra nuevos:
pues pasaron el primer cielo y la primera tierra... Y escuché una gran voz
desde el cielo que decía:
«No
habrá más muerte, ni tristeza, ni llanto, ni habrá más dolor". »25
Mientras
la visión de Juan prosigue, éste ve un tiempo de paz y de cooperación que
engloba a todas las naciones del mundo. En esta época ya no hay más necesidad
de luchar. Escucha cómo su guía le describe el fin de la guerra:
«Ninguna
nación blandirá ya su espada contra otra, tampoco aprenderá ya más la guerra,
pues estas cosas ya pasaron».26
A
través de estos pasajes y de otros similares, se nos ofrece un mensaje de
esperanza.
A
continuación viene un tema que es familiar en otras profecías, Juan ha mostrado
dos posibilidades para el futuro de la humanidad. Ambos resultados eran reales
y los humanos pueden elegir cualquiera de ellos. La clave que quedó de nuestra
oración masiva por la paz fue que el resultado conjunto vendría determinado por
nuestras elecciones individuales. La capacidad de la gente que vivió en los
tiempos de Juan de respetar las leyes de la vida fueron las experiencias que
aportarían nuevos resultados, que desviarían la posibilidad de una destrucción.
En
cada visión, se le recuerda a Juan que la gente que vivía en «aquellos días»
determinaría cómo iban a experimentar el gran cambio del futuro de la
humanidad. Él pregunta qué ha de pasar para que ocurra el segundo resultado.
Una vez más, la voz que guía sus visiones le responde:
«Observa,
hago de nuevo todas las cosas... Yo soy el principio y el final... Daré de
beber al sediento del agua de la fuente de la vida. El que [recuerda] heredará
todas las cosas... ».27
Los
pasajes finales registran el reconocimiento de Juan de comprender lo que ha
visto y el efecto que su visión ha tenido sobre él:
«He
alcanzado la visión interior... He escuchado tu asombroso secreto... Mediante
mi revelación mística has hecho brotar en mí un manantial de conocimiento, una
fuente de poder, que mana aguas vivas; un torrente de sabiduría infinita».28
Hay
otros pasajes en los rollos esenios que continúan describiendo con todo detalle
la posibilidad de un tiempo en nuestro futuro en que habremos superado, la
necesidad de catástrofes para provocar un cambio. En ese tiempo, las
condiciones que se habían cobrado la vida de los habitantes de la Tierra ya no
estarán:
«En
e reino de la paz no hay hambre ni sed, ni viento frío ni caliente, ni vejez ni
muerte. En el reino de la paz, animales y hombres vivirán eternamente».29
Los
profetas de la Biblia muchas veces describían resultad muy distintos para
nuestro futuro, a veces incluso contradictorios La pregunta es: ¿por qué? ¿Por
qué hay diferentes visiones de las profecías para una misma época en nuestro
futuro? ¿Cómo puede un profeta ver dos posibilidades diferentes para un mismo
período de tiempo?
A
mediados de los noventa, se descubrió una nueva herramienta profética en un
formato muy antiguo. Puede que el cerrojo de tecnología del tiempo nos haya
permitido curiosear a través de lo ojos de este instrumento profético sólo
cuando hemos madurado 1 suficiente para poder reconocer sus posibilidades
EL
MAPA DEL TIEMPO DE 3000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD
En
1995, un antiguo instrumento profético fue de pronto expuesto al público de un
modo gráfico y espectacular. El 4 de noviembre de ese año sucedió algo que el
instrumento había predicho con una precisión que sobrepasaba la posibilidad de
que fuera una coincidencia. El acontecimiento fue el asesinato de Yitzhak
Rabin, el primer ministro de Israel, en la ciudad de Tel Aviv. El asesinato
había sido profetizado con tal precisión que el nombre del primer ministro, la
fecha en que se produciría, el nombre de la ciudad e incluso el nombre del
asesino, Amir, no eran un secreto, ¡todo ello estaba cifrado en un
documento de más de tres mil años de antigüedad!
Lo
irónico es que el documento no era un manuscrito perdido custodiado por una
organización secreta o por algún privilegiado. El mapa codificado del futuro
era el mismo mapa que nos ha proporcionado confort y guía durante al menos
setenta y cinco generaciones y que hoy en día es considerado como sagrado por
varios cientos de millones de personas de todo el mundo. ¡El mapa del tiempo
fue descubierto como un código secreto oculto en la Biblia en los tiempos en
que fue escrita! Concretamente, el código se halló en los cinco primeros libros
de la Biblia hebrea, conocidos como Torah, la versión que se dice que
permaneció sin modificar desde que fue revelada al ser humano hace más de tres
mil años.
La
clave, conocida como el Código de la Biblia, descubierta por un
matemático israelí, el doctor Eliyahu Rips, ha sido revisada y
confirmada por matemáticos de las mejores universidades del mundo, así como por
organismos especializados en criptografía, como el Ministerio de Defensa de
Estados Unidos. Durante más de doscientos años, los eruditos han sospechado que
los textos bíblicos eran algo más que una recopilación de palabras que se
debían leer de forma linear. Un experto del siglo XVIII, conocido como el Genio
de Vilna, afirmó que,
«La
regla es que todo lo que fue, es y será hasta el fin del tiempo, se encuentra
en la Torah, desde la primera hasta la última palabra. Y no meramente en un
sentido general, sino con los detalles de todo lo que le ha sucedido desde su
nacimiento hasta su fin».30
Los
mensajes cifrados de nuestro pasado y futuro se pueden estudiar creando una
matriz con las letras de los cinco primeros libros de la Biblia hebrea. Se
empieza con la primera letra de la primera palabra, se eliminan todos los
espacios y puntuaciones hasta llegar a la última letra de la última palabra,
dejando una sola frase de cientos de caracteres. Con el uso de sofisticados
programas, se examina la matriz restante en busca de patrones e intersecciones
de palabras.
Por
ejemplo, en el Génesis, la palabra «Torah» es deletreada en secuencias de
cincuenta caracteres hebreos entre cada una de las letras de la palabra. Esta
misma secuencia se halla en los libros siguientes: Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio. La observación de esta secuencia por parte del rabino H. M. D.
Weissmandel en los años cuarenta se convirtió en la clave para descifrar el patrón
de palabras cifradas en el texto.
Michael
Drosnin, en su libro The Bible Code, describe la
precisión y exactitud del Código de la Biblia para predecir los acontecimientos
pasados. Circunstancias tan dispares como el asesinato de Kennedy, el impacto
del cometa Shoemaker-Levy contra Júpiter, elección del primer ministro israelí
Netanyahu, incluso las fechas la localización del ataque con mísiles SCUD que
los iraquíes lanza ron contra Israel durante la Guerra del Golfo en los
noventa, están descritos con un grado de detalle que desafía las probabilidad
matemáticas y estadísticas.
El
Código de la Biblia ofrece datos específicos, no generalidades que
puedan estar sujetas a interpretación Drosnin describe muchas de esas
referencias. En la predicción de Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el código
deletrea palabra¡ como «guerra mundial» y «solución final», junto a nombres de
líderes políticos de la época: «Roosevelt», «Churchill», «Stanlin» «Hitler».
Los
países involucrados en el conflicto estaban claramente especificados:
«Inglaterra», «Francia», «Rusia», «Japón» y «Estados Unidos». Incluso aparecen
las palabras «holocausto atómico» «1945», el año en que se lanzó la bomba
atómica sobre Hiroshima la única vez que esas palabras aparecen en la Biblia.
Gracias
al desarrollo de los ordenadores de alta velocidad ha podido descifrar el
código que se halla en la Biblia hebrea. Lo nuevos ordenadores han substituido
la tediosa descodificación manual con sofisticados programas de búsqueda. Tras
haber comparado con otros textos de grupos de control y diez millones de casos
de prueba creados por el ordenador, sólo se han hallad textos cifrados en la
Biblia. Vertical, horizontal y diagonalmente nombres de países,
acontecimientos, fechas, tiempos y personas se entrecruzan entre ellos,
ofreciendo una instantánea de los acontecimientos del pasado y de las
posibilidades del futuro. El mecanismo actual de este extraordinario
pronosticador se tratará en el capítulo VII, pero ahora quizá lo más importante
para el asunto de la profecía sea de qué modo este libro del tiempo
aparentemente milagroso se relaciona con nuestro futuro.
En
vista de la precisión del Código de la Biblia para detallar nuestro pasado, ¿qué
exactitud puede tener esa misma matriz en predecir los tiempos futuros? El
doctor Rips en sus conversaciones con Drosnin, sugiere que todo el Código de la
Biblia tuvo que ser escrito de una sola vez, en lugar de en series de escritos
que se fueron haciendo con el paso del tiempo. Esa afirmación sugiere que todas
las posibilidades de todos los futuros ya están marcadas.
«Lo
experimentamos como un holograma; se ve de un modo distinto cuando lo
observamos desde otro ángulo, pero, por supuesto, la imagen está pregrabada.»31
La
clave que aplicar a este antiguo código del tiempo para los acontecimientos
futuros puede estar en contemplarlo con los ojos de un físico cuántico.
En
la física moderna hay un principio que afirma que es imposible saber el
«cuándo» y el «dónde» de una misma cosa al mismo tiempo. Si mides dónde está
algo, pierdes información sobre la rapidez con la que se mueve. Si mides la
rapidez con la que se mueve, no puedes saber con certeza dónde está. Esta clave
para el mundo cuántico fue desarrollada por el físico Werner Heisenberg,
y se conoce como el principio de incertidumbre (o indeterminación) de
Heisenberg.32
La
demostración de la impredecible conducta de la naturaleza en el mundo cuántico
puede que indique que nuestro sentido del tiempo sigue precisamente este tipo
de conducta. De ser así, las posibilidades que aparecen en el Código de la
Biblia pueden existir sencillamente como tales, como posibilidades. Los
acontecimientos, tanto pasados como futuros, son el resultado final de una secuencia
de condiciones que puede que hayan empezado días, o incluso cientos de años,
antes de que el hecho real tenga lugar. Expuesto como una ecuación actual, si
elegimos un curso específico de acontecimientos, entonces podemos esperar ver
tal y tal resultado.
Si
vemos la herramienta de predicción como una lente que nos muestra mejor las
posibilidades, esta aportará un nuevo entendimiento sobre el papel de la
profecía en nuestras vidas. El Código de la Biblia, al coincidir sobre
nuestro futuro con muchas profecías bíblicas, de los amerindios y demás, nos
pone sobre aviso respecto una serie de escenarios apocalípticos. Con inicio en
un futuro próximo, sucesos como una tercera guerra mundial que se originará en
Oriente Próximo, terremotos catastróficos y la devastación de grandes centros
de población, se presentan como posibilidades. La amenaza de una colisión
directa con un cometa al final del siglo XX o principios del XXI, parece, ser
una de las, preocupaciones, más inmediatas.
En
1992 el astrónomo Viran Marceen del Harvard-Smithsonian Centre for
Astrophysics, anunció el regreso del cometa «Tortuga Veloz» (Swift-Turtle),
descubierto originalmente en 1858. El día exacto del redescubrimiento del
cometa estaba en el Código de la Biblia, junto con su predicho retomo 134 años
después. Las palabras concretas «cometa», «Tortuga Veloz» y la fecha del
retorno de dicho cometa en el año 2126, están claramente cifradas en el texto.
Al
principio se pensó que estaba en vías de colisionar con la Tierra en el momento
de su retorno; sin embargo, la revisión de los cálculos parece indicar que el
cometa pasará a una distancia segura. No obstante, los astrónomos advierten de
una serie de «colisiones fallidas cercanas» que nos conducirán hasta la época del
regreso de la Tortuga Veloz en el año 2126; la primera de ellas tendrá lugar en
el año 2006. En el texto hebreo, cruzándose con la fecha del
año 2006, se encuentran las palabras:
«Su
camino colisionó con su morada», acompañadas de la frase en una línea adjunta,
«Año en que se predice para el mundo».
A
continuación de estas advertencias hay palabras similares que conducen al año 2010.
Las palabras «días de horror» cruzan esta fecha con descripciones adicionales
de «oscuridad», «tinieblas» y «cometa». Quizá la secuencia más inquietante de
las palabras respecto al futuro se encuentre por encima del año 2012. Es
aquí, justamente en el mismo año en que finaliza el calendario maya, donde
vemos las palabras «Tierra aniquilada». Esta visión de una antigua posibilidad
para nuestro futuro ofrece un misterioso ejemplo de un elemento que se halló en
todo el Código de la Biblia. Drosnin afirma que en el lugar donde
está cifrada la fecha, un segundo pasaje describe un resultado muy distinto.
Las
palabras simplemente dicen: «Será hecho añicos, apartado, lo haré pedazos,
5772» (el año hebreo para el año 2012).33
Al
igual que otras profecías, por una parte el código parece estarnos diciendo que
el año 2012 termina con la vida en el planeta, al menos tal como la
conocemos, mientras que a un mismo tiempo, en otro lugar, la amenaza contra
la Tierra es destruida. ¿Cómo pueden darse los dos resultados a un mismo
tiempo? De vez en cuando surgen paradojas similares en el Código de la
Biblia, concretamente en lo que respecta a los resultados de elecciones,
acontecimientos políticos y guerras. Además de recordarnos la oportunidad de
dar forma a resultados específicos para el futuro basados en nuestras
elecciones del presente, el Código de la Biblia nos recuerda algo aún
más significativo.
Muy
cerca de los resultados específicos, como asesinatos y las simientes de una
guerra mundial, hay dos palabras que se repiten una y otra vez. Junto a muchos
de los sucesos más graves, las palabras formulan una sencilla pregunta: «¿Lo
cambiaréis?». El Código de la Biblia, al evocar las creencias de los
antiguos esenios conservadas para nosotros, también parece sugerir que
desempeñamos un papel significativo en el curso de los acontecimientos, incluso
de aquellos que ya están en movimiento en forma de posibilidades. ¡Según
parece, nuestro papel es tan importante que puede que hasta cambiemos el curso
de los hechos! «¿Lo cambiaréis?», parece ser una pregunta directa hecha
a aquellos que con seguridad leerían el mensaje del criptógrafo tres mil años
después de que fuera escrito.
Es
como si los escritores supieran que seria necesario disponer de tecnología
altamente sofisticada para comprender su código; como si nos recordaran que
ahora, cuando estamos descifrando el mensaje de los criptógrafos, es cuando
estamos preparados para participar en el despliegue del tiempo y cambiar las
posibilidades más oscuras del futuro. ¿Cómo puede ser que hayan aparecido ahora
estos y otros mensajes en un manuscrito que fue cifrado hace más de tres
milenios? El Código de la Biblia nos devuelve a las mismas preguntas a que nos
han conducido las otras profecías.
UNA
NUEVA PROFECÍA
Entre
los múltiples cálculos y profecías de los indígenas respecto al momento actual
en la historia, el año 1998 parece marcar el comienzo de una ventana en el
tiempo donde podemos esperar ser testigos de algunos de los más grandes cambios
que tendrán lugar sobre la faz de la Tierra. Saber en qué lugar exactamente
dentro de esa ventana se sitúa nuestra vida es cuestionable, incluso para los
propios profetas. Edgar Cayce, por ejemplo, vio el año 1998 como el
último año de un ciclo de cuatro décadas, en el que podíamos esperar el inicio
de «una transformación planetaria sin precedentes».
Nostradamus,
por otra parte, situó el año 1998 al principio de un ciclo de cataclismos que
él preveía que duraría unos trescientos años. Más allá de las discrepancias de
las fechas exactas, las profecías para nuestro tiempo revelan casi
universalmente un tema común:
Anuncian
el nacimiento del nuevo milenio como una época en la que podemos esperar ver
grandes cambios sobre la Tierra y en nuestros cuerpos.
Junto
a las visiones sobre nuestro posible futuro, los antiguos videntes nos
recuerdan un gran misterio. Este es especialmente fascinante ante la
sofisticación de los calendarios y la precisión de los sistemas para medir el
tiempo. Por precisas que las tradiciones proféticas orales y escritas puedan
parecer, ninguna llega a describir con detalle cómo terminará este gran ciclo
del tiempo y cómo empezará el siguiente. Además de resaltar posibilidades para
el futuro, nuestros antepasados reconocieron una potente fuerza que nos daría
el poder de elegir qué posibilidad queremos vivir. Muy olvidada en los últimos
tiempos, esa fuerza es el poder de la elección en masa expresada en la forma de
oración masiva.
En
el lenguaje de su tiempo, los antiguos profetas sugirieron que nosotros tendríamos
la capacidad de evitar sus visiones de destrucción para nuestro futuro,
cambiando conscientemente el curso del tiempo en el presente. Parece como si
muchas de las tradiciones de nuestros antepasados hubieran vislumbrado una
relación entre las acciones de las personas en este mundo y el resultado de las
profecías que ellos habían anunciado. Esa conexión entre nuestras rutinas
cotidianas y el resultado de la profecía ha sido un misterio hasta el siglo
XXI. Es en esta época, con la formulación de una nueva física, cuando las
posibilidades del tiempo, la profecía, los milagros y nuestro papel en el
futuro de la humanidad se han aclarado. Ahora sabemos que las predicciones
ofrecen sólo posibilidades aisladas. También sabemos que elegimos nuestras
posibilidades cada vez que respiramos.
El
tiempo no es lo que parece. No fluye sólo en una dirección, y el futuro existe
simultáneamente con el pasado
ALBERT EINSTEN
ALBERT EINSTEN
Continuará…
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